El paisaje escocés cambia según la zona en la que nos encontramos, resultado de la historia y ubicación del mismo. Si empezamos nuestra ruta desde las tierras bajas dirección a Inverness, nos encontraremos con grandes extensiones de terreno repletos de bosques coníferos. Su función es la de reforestar una zona explotada, sobre todo, durante la revolución industrial con fines comerciales, y el siglo XX para abastecer al ejército británico durante las grandes guerras de este siglo. Al norte, debido a las inclemencias meteorológicas, las montañas carecen de vegetación y el brezo conforma la gran parte de la flora de la zona. Si bien es cierto que el verde es el color predominante de nuestros recorridos, el panorama de muchas partes de Escocia ha sido cambiante y, hoy en día, es menos común encontrar esos bosques caledonionanos frondosos que caracterizaban a Escocia.
Sin embargo, sí que hay una zona que conserva unos paisajes que se acercan a los de la Escocia medieval y se encuentra a menos de una hora de grandes ciudades como Glasgow, Edimburgo o Stirling. Me refiero a los Trossachs, perteneciente al Parque Nacional de los Trossachs y el Lago Lomond, un tesoro natural del país con bellos lagos y valles salvajes de vegetación frondosa. Entre sus lagos nos encontramos el Loch Lomond, el lago más grande de Gran Bretaña con una superficie de 71km2, el Loch Achray y el Loch Katrine. Todos ellos conforman, junto a la flora de la zona, una atmósfera envolvente de cuento y ensueño.
Los Trossachs han sido un destino turístico durante varias generaciones. A mediados del siglo XVIII, como una reacción contra la simetría y equilibrio propia del neoclasicismo de la época, los artistas románticos buscaban libertad e inspiración en lugares bastos, sin pulir, naturales y puros. Así es como los Trossachs empezaron a recibir la visita de algunos artistas que buscaban desinhibirse y escapar de las convenciones sociales de las grandes ciudades.
Entre estas gentes inquietas, autores tales como William Wordsworth o Alexander Campbell, se encontraba Sir Walter Scott. Sin embargo, su primera visita a los Trossachs, allá en 1792, no fue con el fin de buscar inspiración o de escapar del bullicio de la ciudad. Este autor, estudiante de derecho en la Universidad de Edimburgo, era un aprendiz de abogado y se dirigía a los Trossachs con el fin de llevar a cabo acciones legales contra los Maclaren. Scott sabía de los peligros que se podía encontrar en su travesía a través de los frondosos bosques de los Trossachs, usados como escondite durante esta época por los jacobitas supervivientes del último levantamiento de 1745.
Rob Roy MacGregor
Era una zona hostil, por ello, el autor escocés iba con un guardia armado que conocía la zona y lo escoltó durante todo el camino. De este escuchaba las historias de un tal Rob Roy MacGregor, o como lo apodaban, el Robin Hood escocés. Las historias que contaba estaban llenas de valentía y sentimiento que, acompañado por los paisajes de la zona, inspiraron a Sir Walter Scott en dos de sus obras más reconocidas: “La Dama del Lago”, que tiene como escenario el lago Katrine, y “Rob Roy MacGregor”. ¿Quién era este señor que captó la atención de Sir Walter Scott? MacGregor fue un ganadero que vivió en una época turbulenta anterior, desde finales del siglo XVII hasta mediados del XVIII, marcada por los levantamientos jacobitas que dejaron muchas muertes a manos del bando protestante. Él mismo luchó en algunas de las batallas que tuvieron lugar a favor de los reyes jacobitas, y estaba protegido por el Duque de Argyll, debido a que su madre era una Campbell.
A principios del siglo XVIII, MacGregor se vio envuelto en una disputa con el Duque de Montrose, en la cual, el ganadero perdió su dinero, su ganado y sus tierras. Esto le llevó a robar ganado, dinero y posesiones, y a dar protección a los habitantes de la zona a cambio de dinero. De este modo, Rob Roy MacGregor empezó a recibir el renombre de Robin Hood escocés, ya que robaba a los ricos y lo repartía con los pobres. Esta historia fascinó a Sir Walter Scott y publicó una obra contando las hazañas de este ganadero jacobita en 1817.
La gran acogida de las obras de Scott dieron mucha publicidad a la zona, provocando que los años siguientes los Trossachs fueran visitados por un gran número de curiosos. Entre estos curiosos está la figura de la reina Victoria, una amante de las tierras escocesas, que comenzó la costumbre de pasar las vacaciones en las Tierras Altas de Escocia y mandó construir una casa vacacional en este enclave.
Estos factores fueron suficientes para que, con el paso del tiempo y la llegada de mejoras en los accesos a esta región, los Trossachs fueran ganando popularidad. En 2002, pasaron a ser una reserva natural y a pertenecer al Parque Nacional de Los Trossachs y el Lago Lomond. Se construyeron hoteles y campos de golf, se introdujeron actividades de ocio acuáticas y se establecieron zonas de recreo y de restauración. De este modo, aunque algunas zonas de los Trossachs estén explotadas y adaptadas al turismo, su gran extensión nos permite perdernos en sus bosques, maravillarnos con las vistas de sus lagos y apreciar la belleza de la naturaleza virgen que tanto gustó e inspiró a los autores de siglos pasados. En tu próxima visita a Escocia, no lo olvides, tienes que visitar los Trossachs y dejarte llevar por la tranquilidad y emoción de la zona, te aseguro que no te arrepentirás.
El Parque Nacional de los Trossachs lo podéis visitar en nuestros circuitos regulares con salidas desde Londres:
Maravillas de Inglaterra, Escocia e Irlanda de 9 días.
Y con salidas desde Edimburgo:
Lago Ness e Isla de Skye de 3 días.
Tesoros de Escocia de 8 días.