La leyenda del monstruo del Lago Ness es una de las más conocidas mundialmente y atrae a cientos de miles de turistas cada año a las tierras altas escocesas.
El mito de Nessie, como se le conoce cariñosamente, ha ido tomando forma a lo largo de los siglos. Se cree que la primera referencia de este se encuentra en el relato de Vita Columbae donde se narra la vida de Columba de Iona, monje irlandés que viajó a Escocia en el año 563 con el firme propósito de convertir a los pictos al cristianismo. No obstante, esta alusión a la bestia del lago se relaciona con la creencia extendida en la zona de la existencia de animales mitológicos conocidos como Kelpies que habitaban las profundidades de los lagos y atacaban a los vecinos de la zona. No se sabe mucho de los avistamientos de la, todavía, anónima bestia del Lago Ness hasta una época más moderna, ya en el siglo XIX.
Fue el Inverness Courier, un periódico de la zona, el que publicó un artículo acerca de unos rumores de un pez gigante que se movía por las turbias aguas del Lago Ness. Estos rumores fueron en aumento y alcanzaron su mayor auge en el siglo XX cuando todo el mundo afirmaba haber visto a la bestia. Algunos hablaban de un pez gigante, otros de un cocodrilo con un cuello muy largo, otros de un animal jamás visto… estamos en el 1933, año de estreno de la película de King Kong y, por tanto, una época un tanto “monstruo maníaca”.
El mismo periódico que hacía eco sobre los rumores de la bestia, recopiló los rasgos que la caracterizaban y la bautizó como “El monstruo del Lago Ness”. Todo esto atrajo a la zona a reporteros y curiosos de todo el mundo, favoreciendo al folclore local y fortaleciendo así la economía. Un circo llegó incluso a ofrecer 20.000 libras de la época al que lograra cazar a este monstruo.
Sin embargo, no había pruebas consistentes acerca de la existencia de Nessie, solo rumores, hasta el año 1934, cuando el Daily Mail publicó una foto del monstruo firmada por un tal Robert Wilson, un doctor de la época. Esto provocó un gran revuelo y tuvieron que pasar 60 años, ya en el 1994, para que el conocido medio inglés desmintiera esta información. El doctor Wilson fue simplemente nombrado para dar veracidad a una “fake news”, muy común hoy en día, pero a la que los lectores todavía no acostumbraban.
Todo resultó ser un fraude urdido por un cazador silvestre, Marmaduke Wetherell, quien había sido enviado a Escocia por el periódico local para llevar a cabo la búsqueda del monstruo. No tuvo éxito en su rastreo de la zona y para no volver con la manos vacías a Londres, llevó consigo unas fotos de huellas de hipopótamo que dijo pertenecían al monstruo. Las fotos fueron desacreditadas por el periódico y Wetherell volvió a Escocia. Construyó entonces un submarino de juguete y sacó fotos de este en el lago.
Después publicaría estas fotos usando el nombre del Dr Wilson, cuya reputación se vería muy afectada al descubrirse la farsa. A pesar de que se demostró que todo era un engaño, ya era demasiado tarde. Todavía hoy en día se registran un gran número de avistamientos al año, lo que mantiene la leyenda del monstruo del Lago Ness viva. Como dato representativo, en el año 2019 se anotaron 18 avistamientos, el número más alto desde 1983 (como se puede comprobar en www.lochnesssightings.com).
Numerosos estudios y rastreos del Lago Ness se han hecho hasta hoy día por universidades de todo el mundo sin ninguna conclusión contundente. Algunas hablaban de una masa uniforme y homogénea nadando en las profundidades del lago. Los escépticos lo justificaron con el movimiento que produce un banco de peces al nadar; en otra ocasión se habló de cuerpos en movimiento que aparecían en la superficie del lago, las cuales se justificaron con el desplazamiento de troncos de árboles en descomposición que suben y bajan dependiendo de las corrientes internas del lago. También se habló de la llegada de un plesiosauro a las aguas del Lago Ness, cuando este todavía estaba conectado con el mar, Plesiosauro que pudo haberse adaptado al entorno del lago y reproducido en él con el paso del tiempo.
Pero esto significaría, por un lado, que se trataría de una colonia de plesiosauros para poder perpetuarse y por otro, que se alimenta de animales (al menos marítimos), ya que la densidad del agua del lago no permite el traspaso de la luz y, por tanto, no hay plantas de las que se pueda alimentar esta hipotética bestia. Sí que hay una considerable cantidad de teorías que dan vida a esta leyenda e incluso te hacen dudar sobre su posible existencia. Pero no hay pruebas concluyentes ya que las características del Lago Ness no ayudan. Este contiene la mayor masa de agua en las islas británicas con 37 km de longitud, 3 kilómetros de ancho y hasta 235 metros de profundidad. Pero lo que hace inescrutable este lago no es sus dimensiones, sino su opacidad. Resalta a primera vista el color de sus oscuras aguas debido a la alta concentración de turba que provoca poca visibilidad a partir de los 7 metros de profundidad ni con la tecnología más avanzada.
No obstante, aunque son muchas las hipótesis que merman nuestra esperanza de encontrarnos con el monstruo en una de nuestras visitas, no hay que dejar de intentarlo. Por eso, cada año visitamos las aguas del Lago Ness semanalmente durante el verano y nos adentramos en su hábitat más natural partiendo desde el Dockgarroch y acabando en las ruinas del castillo de Urquhart, en un paseo de 1 hora.